Un largo tiempo atrás, hace más o menos 2600 años, cerca de la frontera con Nepal, una persona llamada Siddhartha simplemente levanto una flor delante de la asamblea. Ellos esperaban sus palabras, y así todos quedaron en silencio profundo.
Menos uno de ellos, quien sonrió ampliamente.
Allí, en esa experiencia de ese levantar la flor y esa amplia sonrisa en expresión y comunicación íntima, surge lo que hoy llamamos "el Zen".
Siddhartha frente a esa respuesta dice: "te entrego la esencia de mi realización, visión y enseñanza".
" Zen" es en realidad una alteración fonética de la palabra Sanscrita Dhyana que significa simplemente atención, o meditación.
Esa fonética continúa a través del tiempo como chan’na en China, y pasa a ser zen’na en Japón, y al final el "na" es dejado de lado por cuestiones fonéticas, y así tenemos la palabra Zen.
Podemos decir así que Zen significa meditación o atención, pero es también simple y esencialmente un sonido onomatopéyico.
Digo así que el Zen es un movimiento. Un movimiento Ontológico, de creación y actualización de una Nueva Subjetividad y sociabilidad.
El Zen es un movimiento que se origina en el templo Shao Lin bajo el maestro Ta Mo, quien enfatizó la práctica de la atención tanto en la posición de quietud como en la práctica del movimiento, prácticas con las cuales él se encuentra a su llegada, y que provenían de la sabiduría ancestral del Taoísmo.
Ta Mo recrea, compila y sintetiza las más importantes de esas artes de movimiento y surgen así las llamadas “Artes Internas del Movimiento” Chinas, el “Nei Chia Ch’uan”.
El Zen es así un movimiento, y enfatiza una percepción íntima, vivencial, súbita y clara de la realidad, de la verdadera naturaleza de la vida, la muerte, y por cierto de nosotros mismos, conjuntamente con una verdadera personalización de esa visión ontológica esencial, personalización que naturalmente actúa en el mundo de las relaciones cotidianas, esto es, actúa en lo social.
La visión, personalización y expresión de la vivencia que ofrece el Zen no es simplemente una visión mística, sino que es el origen de una nueva subjetividad, una nueva sociabilidad, y es por ello y tiene plena relevancia y actualidad en nuestro momento histórico y nuestra vida cotidiana.
Cuando Sidharta entrega la flor a Kasyapa, surge la leyenda y la metáfora del llamado “mensaje secreto” de la escuela Zen que expresa en un corto poema de cuatro líneas lo siguiente:
Es una transmisión especial aparte de las enseñanzas
que no depende de palabras y letras
que señala directamente a la mente-corazón
y que ve en la naturaleza original, y vivencia así el despertar
La búsqueda de Sidharta comienza con la indagación acerca del origen del sufrimiento a fin de descubrir como sanarlo.
Una pregunta tan válida 2600 años atrás como lo es ahora, en esto tiempos actuales en los que el sufrimiento, la enfermedad, la guerra, la opresión y la miseria impregnan la totalidad de nuestro planeta, afectando no solamente a los seres humanos, sino también a todos los seres y al planeta mismo.
Y también al horizonte y a los sueños, tanto como a las generaciones por venir.
Para Sidharta esa pregunta fue tan vital, quizás aún más vital que la necesidad de respirar, comer y defecar, tan vital que la mantuvo vívidamente clara en su mente, en su corazón y en su cuerpo durante los años en los que camino los diferentes caminos de búsqueda ontológica de su época.
La historia y la leyenda dicen que un amanecer como tantos otros, sentado bajo un árbol como todas las mañanas, en profunda atención, surge la estrella de la mañana, el planeta Venus, en el horizonte, y frente a eso se produce un eco, una respuesta, una vivencia en la totalidad de su cuerpo, corazón y mente, a la cual llamamos "despertar".
Es muy interesante ver cuál es la expresión posterior de esa experiencia inicial en esta persona. La expresó verbalmente, según la leyenda, del siguiente modo: "qué hecho maravilloso, todos los seres tienen la virtud y sabiduría del despertar y han realizado en forma conjunta el Camino en este mismo momento".
Eso es lo que libera a Sidharta de su propio sufrimiento.
Eso es lo que abre su camino de enseñanza y caminar a través de toda su vida.
Es la realización, la vivencia de un Tao, un “Camino” sin nombre, armónico, esencialmente vital desde aún antes del comienzo mismo, que tenemos y somos todos los seres, y es justamente el no percibir ese hecho, a lo que Sidharta llama “ignorancia”, el origen del sufrimiento individual y social, y que en estos tiempos de ignorancia y codicia imperial global, le llamamos sufrimiento planetario.
Ahora bien, un punto importante que quiero marcar en relación con todo esto es, cuál es la importancia de esa experiencia de realización, de esa vivencia, por más elevada que haya sido, y cuál es el valor real de la meditación Zen, por más alerta, sensible y aguda que sea, en este mundo en completa crisis?
Si no puede curar al ser humano, a todos los seres no humanos, y curar a la tierra, en realidad ¿tiene esto algún valor?
Siento que no.
Vivimos en un período único en la historia de nuestra Madre Tierra en la que ya no son los retos y desafíos naturales los mayores retos de nuestra vida, como lo fueron para nuestros antepasados, sino que precisamente el reto mortal y letal es el peligro, la situación creada por el ser humano mismo.
Esto nos sitúa en el centro mismo de un momento crítico para la vida en su totalidad, un momento que puede decidir el destino de la especie humana, de los seres vivientes todos y del planeta mismo.
Y así, sólo si esta vivencia que el Camino del Zen propone genera real y concretamente una Nueva Subjetividad y Sociabilidad que asuma la “habilidad para responder”: "respons-habilidad", (como la misma etimología de la palabra a lo indica tan claramente), sólo si esa vivencia genera ese tipo de ser humano, podemos hablar de la actualidad de este camino, y de su efectividad en la tarea tanto personal como social de detener el sufrimiento, esto es simplemente, crear un mundo nuevo.
Por un lado poseemos conocimientos tecnológicos y científicos que difícilmente hubieran soñado nuestros antepasados de unos cortos años atrás, y por el otro lado millones de seres mueren de hambre y enfermedades curables, el ambiente y la vida están contaminados, los “recursos” naturales de la tierra se agotan en un ritmo alarmante y pavoroso y la “guerra contra la humanidad”, que algunos hermanos y hermanas en el camino y en la lucha llamaron "la cuarta guerra mundial" hace peligrar la vida misma y el horizonte de todos los seres sobre la tierra.
Aunque comprendamos más y más sobre el universo y sus leyes, en realidad sólo estamos arañando la superficie de la comprensión de que somos en realidad, que es nuestra vida y cuál es la relación con los múltiples seres del mundo y del cosmos que pueda ser llamada real, armónica, creativa libre y viviente.
En esos tiempos antiguos, Sidharta fue despertado al sí mismo y a la correcta relación con su entorno y con los múltiples seres del universo; fue despertado a su verdadero si-mismo y por cierto a la esencia misma de la vida en el universo.
Fue despertado, en realidad, a la experiencia vital de que no existe brecha alguna entre uno y el otro.
Uno de nuestros maestros, solía decir: "la ilusión fundamental de la humanidad es creer que uno está aquí y tú estás allí afuera".
Ahora bien, ¿cuál es la relación de esa vivencia con este momento?
El ver la relación real implica un aprendizaje, e implica una práctica de vida a la cual le llamamos la práctica del “Zen En Movimiento”, “ZenArquia” un camino de corazón y atención, de Libertad y Dignidad, de salud tanto como sanidad, en completa apertura y respeto al momento presente.
Y de esa misma apertura y respeto surge la “habilidad para responder” que el horizonte, nuestros sueños y nosotros mismos necesitamos tan urgentemente.
La práctica de la “atención-corazón” la práctica de la escucha que involucra a la totalidad de cuerpo, sentir y mente a la que llamamos Zazen, es la práctica del Camino del Zen, tanto en quietud como en el contexto de las Artes de Movimiento, y por cierto en ese campo vital y fértil que es nuestra vida cotidiana.
En la palabra Zazen, za significa sentarse, y es una metáfora de un estado intermedio entre el de estar completamente acostado, o sea una completa pasividad frente a la acción, y el estado de estar de pie en una completa disposición activa al entorno. Expresa la comprensión de un estado que sea el camino medio entre esos dos extremos, y es interesante observar el ideograma chino-japonés que representa esa palabra, porque consta del dibujo de dos seres humanos, sobre el ideograma que representa la tierra; y así lo que aquí provisionalmente traducimos como "sentarse" es: “dos seres humanos compartiendo una misma tierra”.
“Dos”, esto es, “comunidad de vivencia y experiencia”.
Tocamos aquí un punto importante del camino del Zen, que este camino y práctica es una práctica comunitaria, o sea una práctica común, y esa práctica común trasciende todo tipo de visión filosófica y todo tipo de visión cultista, y no está restringida específicamente al Zen o al budismo o al taoísmo como escuela, dado que esta práctica común es nuestra propia vida.
Y esta vida es común con todos los seres.
Y así entendemos la práctica del Zen y de nuestra tradición de Zen en Movimiento como una apertura, atención y escucha de la totalidad del cuerpo, de la mente y corazón a todos los seres y al vasto universo.
Esto es a la vida, y no hay vida sin respeto, sin Amor y sin sociabilidad.
Una completa apertura que es al mismo tiempo completa respuesta y madurez en la que la dualidad del yo y el otro desaparece en la vivencia plena de la actualidad.
Esta actualidad que es la vida presente, en completa relación con todo momento y toda vida y en plena “respons-abilidad” por uno mismo y por todos los seres, por el horizonte, por los niños, por los sueños.
El camino del Zen tiene un método, una actitud, en el sentido que la palabra Tao expresa en chino; tiene un Camino, una forma de vida y de aprender, una práctica tradicional que viene siendo verificada y modificada por generaciones de practicantes y maestros que han chequeado empíricamente su validez y actualidad en cada momento histórico, cambiando su forma de acuerdo a tiempo, cultura y persona.
La esencia de esta práctica es la armonización y unificación de tres aspectos básicos de nosotros mismos: cuerpo, respiración y mente-corazón, y completa apertura, escucha y compromiso con este momento de vida, sin brecha alguna entre el observador y lo observado.
Y cuando hablamos de cuerpo hablamos de postura, hablamos de actitud, hablamos de presencia física.
La postura de uno mismo frente al momento presente.
El cuerpo, la postura y la actitud volviéndose uno con la tierra misma, expresando sus raíces, su presencia con claridad y conciencia.
Cuando hablamos de respiración hablamos de la correcta relación entre la respiración de la persona y la respiración del universo.
Es así que vemos que cuando nosotros inhalamos, es el vasto espacio exterior quien está exhalando hacia dentro nuestro, en un ciclo sin fin que se repite creativamente a través de toda nuestra vida y en cada momento y paso de ella.
El cuerpo de esta práctica es simplemente permitir completamente a la respiración ser como es, porque esa respiración así como es, es nosotros mismos y es bueno darle el mayor de nuestros respetos y apreciación.
Atención plena a esa respiración, a nosotros mismos, a la realidad así como es, una atención íntimamente ligada a la escucha, es el principio del cambio real, tanto en lo subjetivo como en lo social.
Y así, la práctica de sólo respirar es la práctica de descubrir la relación real con la vida y con nosotros mismos, con lo que llamamos externo y con todos los múltiples seres. ¿Y qué es salud, que es sanidad, si no es en realidad relación real?
Cuando hablamos de “mente-corazón” es bueno dejar caer conceptos previos acerca de que es la mente, ya que cuando se nos pregunta seriamente, y escuchamos también seriamente que es realmente esa “mente-corazón”, ese vacío plenamente potente creativo, no sabemos.
Y ese no saber no es ignorancia, es la presencia creativa del misterio mismo.
La “hembra negra”, el origen de toda creación, de la que habla Lao Tzu.
Existe una frase en el Zen que dice así: "la mente es la tierra, el sol, la luna y las estrellas, montañas, ríos, hierbas y animales".
Este corazón, esta mente de la que estamos hablando no tiene límites.
Esto se expresa claramente en un texto llamado el “Libro de la Guirnalda” mediante una metáfora poética, como acostumbra hacer esa escritura: la existencia de la “Red de Indra”; describe el universo como una vasta red de interrelaciones en las cuales cada uno de esos nudos es un ser viviente, y plantea a su vez que es absolutamente imposible no tocar la totalidad de la red aunque sólo toquemos a uno de esos seres.
Cuando vivenciamos claramente esa mente-corazón, con nuestro propio cuerpo, no hay modo de escabullirse frente a la responsabilidad por la vida.
Se vuelve completamente claro que aquello que hacemos es como somos, y al vivenciar profundamente esto, que nuestros actos, nuestra vida, son el acto de la vida, del universo y sus seres, no hay más posibilidad de posponer el involucrarse apasionadamente en la creación de un mundo nuevo, el que a su vez, paso a paso, nos va creando.
Una vez le preguntaron a Vimalakirti: "de dónde viene tu enfermedad? Por cuanto ha de continuar y como puede ser curada?"
Vimalakirti dijo: "mi enfermedad viene de la ignorancia y durará tanto como dure la ignorancia de todos los seres. Si ellos no están enfermos yo tampoco lo estaré. La enfermedad del Sabio surge de la Gran Compasión". “Compasión, o “empatía”…
De la ignorancia esencial acerca de que es la vida, que es esta tierra que nos pare momento a momento, y de que somos nosotros mismos, y de cuál es la relación real con el universo surgen todas las manifestaciones de la ignorancia: la codicia, el odio, la guerra, la explotación y la opresión, y el "Poder-Sobre" en vez de él "Poder-Con".
"Durará tanto como dure la enfermedad de todos los seres", dice Vimalakirti.
En realidad, en esta vida, en este universo holográfico e interrelacionado no existe la posibilidad de soluciones parciales, individuales, sino que claramente la solución al reto individual de Salud y Sanidad Social actual ha de ser planteada al igual que el problema, totalmente.
Podemos decir que Vimalakirti en ese momento estaba enfermo, pero en verdad tenía una visión muy saludable y una muy saludable comprensión, y toda su vida fue acción para sanar el sufrimiento en su propia cultura y lugar.
No hay salud, sanidad ni dignidad o libertad posible si nuestra tierra no está en salud y eso también es aplicable a la inversa; si no estamos en salud, dignidad y libertad no generaremos esto en nuestro caminar, nuestro soñar o nuestro amar.
Así, el camino y la práctica del Zen no puede ser concebido como un culto más, una religión más o aun una filosofía más, encapsulado y rotulado, sino que por naturaleza ha de ser inclusivo y diverso, y cultivar la escucha y el ver y simultáneamente y en acuerdo poner ese ver en acción, por la vida, por la libertad, por la salud de todos los seres.
Tampoco podemos trazar una línea abrupta en la cual digamos que la cosa es simplemente antropomórfica, "los seres humanos".
Cuando decimos "todos los seres" decimos en realidad todos los seres: estrellas, nubes, plantas, sueños, horizontes, y los llamados seres inorgánicos.
En ese paso más allá de lo meramente humano la práctica es sentir, pensar y ver cómo piensa, siente y ve una montaña, ver cómo ve un puma, una planta, o un árbol en su vida y en peligro.
Y cuando uno tiene la mente-corazón de una montaña, la totalidad del mundo gira y nuestra vida y nuestro caminar tanto como nuestro horizonte está entonces lleno de amor, alegría, creación y danza.
El Zen, dice acerca de esto: "cuando uno ve las cosas íntimamente, oye las cosas íntimamente, con la totalidad de cuerpo en mente, uno comprende íntimamente".
Y en otro texto, expresa algo esencial acerca del proceso de comprensión y de cambio, de la nueva subjetividad y sociabilidad: "que el sí mismo avance hacia los múltiples seres para darles realidad es llamado ilusión.
Que los múltiples seres avancen y hagan auténtico, actual al si-mismo es llamado despertar".
Esto expresa dos tipos posibles de actitudes humanas; la primera de ellas es "el ser humano contra la naturaleza", el ser humano “frente” a la naturaleza, moldeando toda esa vida alrededor nuestro, y en un nivel más pequeño, uno mismo moldeando, dirigiendo o controlando las relaciones con los demás y con uno mismo.
Dogen dice que ese camino hacia afuera, de manejar lo de “afuera”, manipulando, es llamado ilusión.
La segunda frase dice: "los múltiples seres avanzando y haciendo auténtico, actual al si-mismo, eso es llamado despertar".
Aquí el Zen en Movimiento es un llamado, una invitación a ver, oír, escuchar plena y claramente, íntimamente, el llamado de todas las especies, tanto las vivas como las que están en extinción, o de un simple pájaro nuestra ventana, una gota de lluvia en nuestro techo.
Y con total respeto, atención y apertura permitirles avanzar hacia lo más íntimo de uno mismo haciendo así actual y auténtica nuestra existencia mutua y cuerpo común.
A partir de esa vivencia, no puede haber acción que ponga en peligro nuestra vida común cuyo cuerpo es este momento presente y este planeta azul.
Se habla mucho de la crisis actual a la que se llama "económico-financiera", pero me parece que es más profunda, es una crisis de paradigma, de paradigma cultural y civilizatorio.
Es claramente una crisis producida por la llamada “civilización occidental”, que comienza su avance sobre el planeta, sus primeros intentos de mundializarse a partir del siglo XVI.
Es el proyecto de colonización material y cultural, de los llamados nuevos mundos.
Este movimiento se estructura y enmarca, como dice Leonardo Boff, en la "voluntad de poder-dominación del sujeto personal y colectivo sobre los otros, los pueblos y la naturaleza. Su arma mayor es una forma de racionalidad, la instrumental-analítica, que compartimenta a la realidad para conocerla mejor y así someterla más fácilmente. Después de 500 años de ejercicios de esta racionalidad, con los innegables beneficios que ha traído y que encontró en la economía política capitalista una cabal realización, estamos constatando el alto precio que nos ha hecho pagar: el calentamiento global, inducido en gran parte por el industrialismo sin límites, y la amenaza de una catástrofe previsible ecológica y humanitaria.". Y continúa este teólogo de una tradición diferente a la nuestra diciendo: "estimo que todos los esfuerzos que se hagan dentro de este paradigma para mejorar la situación serán insuficientes. Serán siempre más de lo mismo. Tenemos que cambiar para no perecer, es el momento de inspirarnos en otras civilizaciones que ensayaron un modo más benévolo de tratar al planeta. Lo que fue bueno en la antigüedad, puede valer también para ahora."
Hablando de antigüedad, hay una historia de Dogen en el Japón de hace 700 años que marca un camino útil en este momento: un río corría al lado de su monasterio, y donde iba allí a lavarse la cara todas las mañanas, nunca usaba más de un cucharon de agua, y de ese cucharon siempre ponía de vuelta medio cucharon en el río. Ante la pregunta del porqué de esa acción cotidiana, Dogen dijo: "este medio cucharon lleno de agua lo salvo para las generaciones futuras".
Y esto estaba ocurriendo en el 1300!
Esta es verdadera práctica del Camino del Zen, verdadera práctica de salud, sanidad y verdadera práctica revolucionaria, que concibe a la revolución no con mayúsculas, no en singular ni en un tiempo ideal-mítico, sino con minúsculas, en medio de los actos cotidianos de nuestra sociabilidad, y esencialmente en plural, como una inmensidad de chispas fértiles co-creando el mundo y el corazón nuevo que es tan necesario como el próximo latido, como nuestro próximo abrazo.
Uno mismo es ese cucharon lleno de agua que vuelve el río.
En nuestro camino del Zen, en el Camino del Zen en Movimiento, es de vital importancia el sentido de indagación.
"Preguntando caminamos" dicen nuestros hermanos y hermanas de Chiapas.
La pregunta es él caminar, la indagación es la vivencia fértil.
Preguntando caminemos, indagando caminemos, como podemos responder a este momento, ya que no hay vivencia Zen si no hay expresión: "madurez en el Zen es madurez en la expresión" nos dice él Canto de la Realización del Camino.
Un texto clásico nos dice: "habita en ningún lugar y haz surgir esa mente-corazón".
"Ningún lugar" es completa apertura, completa atención, es este mismo momento y lugar.
Que otro hay aparte de este?
"Ando con las manos vacías y con todo la espada está en mis manos;Menos uno de ellos, quien sonrió ampliamente.
Allí, en esa experiencia de ese levantar la flor y esa amplia sonrisa en expresión y comunicación íntima, surge lo que hoy llamamos "el Zen".
Siddhartha frente a esa respuesta dice: "te entrego la esencia de mi realización, visión y enseñanza".
" Zen" es en realidad una alteración fonética de la palabra Sanscrita Dhyana que significa simplemente atención, o meditación.
Esa fonética continúa a través del tiempo como chan’na en China, y pasa a ser zen’na en Japón, y al final el "na" es dejado de lado por cuestiones fonéticas, y así tenemos la palabra Zen.
Podemos decir así que Zen significa meditación o atención, pero es también simple y esencialmente un sonido onomatopéyico.
Digo así que el Zen es un movimiento. Un movimiento Ontológico, de creación y actualización de una Nueva Subjetividad y sociabilidad.
El Zen es un movimiento que se origina en el templo Shao Lin bajo el maestro Ta Mo, quien enfatizó la práctica de la atención tanto en la posición de quietud como en la práctica del movimiento, prácticas con las cuales él se encuentra a su llegada, y que provenían de la sabiduría ancestral del Taoísmo.
Ta Mo recrea, compila y sintetiza las más importantes de esas artes de movimiento y surgen así las llamadas “Artes Internas del Movimiento” Chinas, el “Nei Chia Ch’uan”.
El Zen es así un movimiento, y enfatiza una percepción íntima, vivencial, súbita y clara de la realidad, de la verdadera naturaleza de la vida, la muerte, y por cierto de nosotros mismos, conjuntamente con una verdadera personalización de esa visión ontológica esencial, personalización que naturalmente actúa en el mundo de las relaciones cotidianas, esto es, actúa en lo social.
La visión, personalización y expresión de la vivencia que ofrece el Zen no es simplemente una visión mística, sino que es el origen de una nueva subjetividad, una nueva sociabilidad, y es por ello y tiene plena relevancia y actualidad en nuestro momento histórico y nuestra vida cotidiana.
Cuando Sidharta entrega la flor a Kasyapa, surge la leyenda y la metáfora del llamado “mensaje secreto” de la escuela Zen que expresa en un corto poema de cuatro líneas lo siguiente:
Es una transmisión especial aparte de las enseñanzas
que no depende de palabras y letras
que señala directamente a la mente-corazón
y que ve en la naturaleza original, y vivencia así el despertar
La búsqueda de Sidharta comienza con la indagación acerca del origen del sufrimiento a fin de descubrir como sanarlo.
Una pregunta tan válida 2600 años atrás como lo es ahora, en esto tiempos actuales en los que el sufrimiento, la enfermedad, la guerra, la opresión y la miseria impregnan la totalidad de nuestro planeta, afectando no solamente a los seres humanos, sino también a todos los seres y al planeta mismo.
Y también al horizonte y a los sueños, tanto como a las generaciones por venir.
Para Sidharta esa pregunta fue tan vital, quizás aún más vital que la necesidad de respirar, comer y defecar, tan vital que la mantuvo vívidamente clara en su mente, en su corazón y en su cuerpo durante los años en los que camino los diferentes caminos de búsqueda ontológica de su época.
La historia y la leyenda dicen que un amanecer como tantos otros, sentado bajo un árbol como todas las mañanas, en profunda atención, surge la estrella de la mañana, el planeta Venus, en el horizonte, y frente a eso se produce un eco, una respuesta, una vivencia en la totalidad de su cuerpo, corazón y mente, a la cual llamamos "despertar".
Es muy interesante ver cuál es la expresión posterior de esa experiencia inicial en esta persona. La expresó verbalmente, según la leyenda, del siguiente modo: "qué hecho maravilloso, todos los seres tienen la virtud y sabiduría del despertar y han realizado en forma conjunta el Camino en este mismo momento".
Eso es lo que libera a Sidharta de su propio sufrimiento.
Eso es lo que abre su camino de enseñanza y caminar a través de toda su vida.
Es la realización, la vivencia de un Tao, un “Camino” sin nombre, armónico, esencialmente vital desde aún antes del comienzo mismo, que tenemos y somos todos los seres, y es justamente el no percibir ese hecho, a lo que Sidharta llama “ignorancia”, el origen del sufrimiento individual y social, y que en estos tiempos de ignorancia y codicia imperial global, le llamamos sufrimiento planetario.
Ahora bien, un punto importante que quiero marcar en relación con todo esto es, cuál es la importancia de esa experiencia de realización, de esa vivencia, por más elevada que haya sido, y cuál es el valor real de la meditación Zen, por más alerta, sensible y aguda que sea, en este mundo en completa crisis?
Si no puede curar al ser humano, a todos los seres no humanos, y curar a la tierra, en realidad ¿tiene esto algún valor?
Siento que no.
Vivimos en un período único en la historia de nuestra Madre Tierra en la que ya no son los retos y desafíos naturales los mayores retos de nuestra vida, como lo fueron para nuestros antepasados, sino que precisamente el reto mortal y letal es el peligro, la situación creada por el ser humano mismo.
Esto nos sitúa en el centro mismo de un momento crítico para la vida en su totalidad, un momento que puede decidir el destino de la especie humana, de los seres vivientes todos y del planeta mismo.
Y así, sólo si esta vivencia que el Camino del Zen propone genera real y concretamente una Nueva Subjetividad y Sociabilidad que asuma la “habilidad para responder”: "respons-habilidad", (como la misma etimología de la palabra a lo indica tan claramente), sólo si esa vivencia genera ese tipo de ser humano, podemos hablar de la actualidad de este camino, y de su efectividad en la tarea tanto personal como social de detener el sufrimiento, esto es simplemente, crear un mundo nuevo.
Por un lado poseemos conocimientos tecnológicos y científicos que difícilmente hubieran soñado nuestros antepasados de unos cortos años atrás, y por el otro lado millones de seres mueren de hambre y enfermedades curables, el ambiente y la vida están contaminados, los “recursos” naturales de la tierra se agotan en un ritmo alarmante y pavoroso y la “guerra contra la humanidad”, que algunos hermanos y hermanas en el camino y en la lucha llamaron "la cuarta guerra mundial" hace peligrar la vida misma y el horizonte de todos los seres sobre la tierra.
Aunque comprendamos más y más sobre el universo y sus leyes, en realidad sólo estamos arañando la superficie de la comprensión de que somos en realidad, que es nuestra vida y cuál es la relación con los múltiples seres del mundo y del cosmos que pueda ser llamada real, armónica, creativa libre y viviente.
En esos tiempos antiguos, Sidharta fue despertado al sí mismo y a la correcta relación con su entorno y con los múltiples seres del universo; fue despertado a su verdadero si-mismo y por cierto a la esencia misma de la vida en el universo.
Fue despertado, en realidad, a la experiencia vital de que no existe brecha alguna entre uno y el otro.
Uno de nuestros maestros, solía decir: "la ilusión fundamental de la humanidad es creer que uno está aquí y tú estás allí afuera".
Ahora bien, ¿cuál es la relación de esa vivencia con este momento?
El ver la relación real implica un aprendizaje, e implica una práctica de vida a la cual le llamamos la práctica del “Zen En Movimiento”, “ZenArquia” un camino de corazón y atención, de Libertad y Dignidad, de salud tanto como sanidad, en completa apertura y respeto al momento presente.
Y de esa misma apertura y respeto surge la “habilidad para responder” que el horizonte, nuestros sueños y nosotros mismos necesitamos tan urgentemente.
La práctica de la “atención-corazón” la práctica de la escucha que involucra a la totalidad de cuerpo, sentir y mente a la que llamamos Zazen, es la práctica del Camino del Zen, tanto en quietud como en el contexto de las Artes de Movimiento, y por cierto en ese campo vital y fértil que es nuestra vida cotidiana.
En la palabra Zazen, za significa sentarse, y es una metáfora de un estado intermedio entre el de estar completamente acostado, o sea una completa pasividad frente a la acción, y el estado de estar de pie en una completa disposición activa al entorno. Expresa la comprensión de un estado que sea el camino medio entre esos dos extremos, y es interesante observar el ideograma chino-japonés que representa esa palabra, porque consta del dibujo de dos seres humanos, sobre el ideograma que representa la tierra; y así lo que aquí provisionalmente traducimos como "sentarse" es: “dos seres humanos compartiendo una misma tierra”.
“Dos”, esto es, “comunidad de vivencia y experiencia”.
Tocamos aquí un punto importante del camino del Zen, que este camino y práctica es una práctica comunitaria, o sea una práctica común, y esa práctica común trasciende todo tipo de visión filosófica y todo tipo de visión cultista, y no está restringida específicamente al Zen o al budismo o al taoísmo como escuela, dado que esta práctica común es nuestra propia vida.
Y esta vida es común con todos los seres.
Y así entendemos la práctica del Zen y de nuestra tradición de Zen en Movimiento como una apertura, atención y escucha de la totalidad del cuerpo, de la mente y corazón a todos los seres y al vasto universo.
Esto es a la vida, y no hay vida sin respeto, sin Amor y sin sociabilidad.
Una completa apertura que es al mismo tiempo completa respuesta y madurez en la que la dualidad del yo y el otro desaparece en la vivencia plena de la actualidad.
Esta actualidad que es la vida presente, en completa relación con todo momento y toda vida y en plena “respons-abilidad” por uno mismo y por todos los seres, por el horizonte, por los niños, por los sueños.
El camino del Zen tiene un método, una actitud, en el sentido que la palabra Tao expresa en chino; tiene un Camino, una forma de vida y de aprender, una práctica tradicional que viene siendo verificada y modificada por generaciones de practicantes y maestros que han chequeado empíricamente su validez y actualidad en cada momento histórico, cambiando su forma de acuerdo a tiempo, cultura y persona.
La esencia de esta práctica es la armonización y unificación de tres aspectos básicos de nosotros mismos: cuerpo, respiración y mente-corazón, y completa apertura, escucha y compromiso con este momento de vida, sin brecha alguna entre el observador y lo observado.
Y cuando hablamos de cuerpo hablamos de postura, hablamos de actitud, hablamos de presencia física.
La postura de uno mismo frente al momento presente.
El cuerpo, la postura y la actitud volviéndose uno con la tierra misma, expresando sus raíces, su presencia con claridad y conciencia.
Cuando hablamos de respiración hablamos de la correcta relación entre la respiración de la persona y la respiración del universo.
Es así que vemos que cuando nosotros inhalamos, es el vasto espacio exterior quien está exhalando hacia dentro nuestro, en un ciclo sin fin que se repite creativamente a través de toda nuestra vida y en cada momento y paso de ella.
El cuerpo de esta práctica es simplemente permitir completamente a la respiración ser como es, porque esa respiración así como es, es nosotros mismos y es bueno darle el mayor de nuestros respetos y apreciación.
Atención plena a esa respiración, a nosotros mismos, a la realidad así como es, una atención íntimamente ligada a la escucha, es el principio del cambio real, tanto en lo subjetivo como en lo social.
Y así, la práctica de sólo respirar es la práctica de descubrir la relación real con la vida y con nosotros mismos, con lo que llamamos externo y con todos los múltiples seres. ¿Y qué es salud, que es sanidad, si no es en realidad relación real?
Cuando hablamos de “mente-corazón” es bueno dejar caer conceptos previos acerca de que es la mente, ya que cuando se nos pregunta seriamente, y escuchamos también seriamente que es realmente esa “mente-corazón”, ese vacío plenamente potente creativo, no sabemos.
Y ese no saber no es ignorancia, es la presencia creativa del misterio mismo.
La “hembra negra”, el origen de toda creación, de la que habla Lao Tzu.
Existe una frase en el Zen que dice así: "la mente es la tierra, el sol, la luna y las estrellas, montañas, ríos, hierbas y animales".
Este corazón, esta mente de la que estamos hablando no tiene límites.
Esto se expresa claramente en un texto llamado el “Libro de la Guirnalda” mediante una metáfora poética, como acostumbra hacer esa escritura: la existencia de la “Red de Indra”; describe el universo como una vasta red de interrelaciones en las cuales cada uno de esos nudos es un ser viviente, y plantea a su vez que es absolutamente imposible no tocar la totalidad de la red aunque sólo toquemos a uno de esos seres.
Cuando vivenciamos claramente esa mente-corazón, con nuestro propio cuerpo, no hay modo de escabullirse frente a la responsabilidad por la vida.
Se vuelve completamente claro que aquello que hacemos es como somos, y al vivenciar profundamente esto, que nuestros actos, nuestra vida, son el acto de la vida, del universo y sus seres, no hay más posibilidad de posponer el involucrarse apasionadamente en la creación de un mundo nuevo, el que a su vez, paso a paso, nos va creando.
Una vez le preguntaron a Vimalakirti: "de dónde viene tu enfermedad? Por cuanto ha de continuar y como puede ser curada?"
Vimalakirti dijo: "mi enfermedad viene de la ignorancia y durará tanto como dure la ignorancia de todos los seres. Si ellos no están enfermos yo tampoco lo estaré. La enfermedad del Sabio surge de la Gran Compasión". “Compasión, o “empatía”…
De la ignorancia esencial acerca de que es la vida, que es esta tierra que nos pare momento a momento, y de que somos nosotros mismos, y de cuál es la relación real con el universo surgen todas las manifestaciones de la ignorancia: la codicia, el odio, la guerra, la explotación y la opresión, y el "Poder-Sobre" en vez de él "Poder-Con".
"Durará tanto como dure la enfermedad de todos los seres", dice Vimalakirti.
En realidad, en esta vida, en este universo holográfico e interrelacionado no existe la posibilidad de soluciones parciales, individuales, sino que claramente la solución al reto individual de Salud y Sanidad Social actual ha de ser planteada al igual que el problema, totalmente.
Podemos decir que Vimalakirti en ese momento estaba enfermo, pero en verdad tenía una visión muy saludable y una muy saludable comprensión, y toda su vida fue acción para sanar el sufrimiento en su propia cultura y lugar.
No hay salud, sanidad ni dignidad o libertad posible si nuestra tierra no está en salud y eso también es aplicable a la inversa; si no estamos en salud, dignidad y libertad no generaremos esto en nuestro caminar, nuestro soñar o nuestro amar.
Así, el camino y la práctica del Zen no puede ser concebido como un culto más, una religión más o aun una filosofía más, encapsulado y rotulado, sino que por naturaleza ha de ser inclusivo y diverso, y cultivar la escucha y el ver y simultáneamente y en acuerdo poner ese ver en acción, por la vida, por la libertad, por la salud de todos los seres.
Tampoco podemos trazar una línea abrupta en la cual digamos que la cosa es simplemente antropomórfica, "los seres humanos".
Cuando decimos "todos los seres" decimos en realidad todos los seres: estrellas, nubes, plantas, sueños, horizontes, y los llamados seres inorgánicos.
En ese paso más allá de lo meramente humano la práctica es sentir, pensar y ver cómo piensa, siente y ve una montaña, ver cómo ve un puma, una planta, o un árbol en su vida y en peligro.
Y cuando uno tiene la mente-corazón de una montaña, la totalidad del mundo gira y nuestra vida y nuestro caminar tanto como nuestro horizonte está entonces lleno de amor, alegría, creación y danza.
El Zen, dice acerca de esto: "cuando uno ve las cosas íntimamente, oye las cosas íntimamente, con la totalidad de cuerpo en mente, uno comprende íntimamente".
Y en otro texto, expresa algo esencial acerca del proceso de comprensión y de cambio, de la nueva subjetividad y sociabilidad: "que el sí mismo avance hacia los múltiples seres para darles realidad es llamado ilusión.
Que los múltiples seres avancen y hagan auténtico, actual al si-mismo es llamado despertar".
Esto expresa dos tipos posibles de actitudes humanas; la primera de ellas es "el ser humano contra la naturaleza", el ser humano “frente” a la naturaleza, moldeando toda esa vida alrededor nuestro, y en un nivel más pequeño, uno mismo moldeando, dirigiendo o controlando las relaciones con los demás y con uno mismo.
Dogen dice que ese camino hacia afuera, de manejar lo de “afuera”, manipulando, es llamado ilusión.
La segunda frase dice: "los múltiples seres avanzando y haciendo auténtico, actual al si-mismo, eso es llamado despertar".
Aquí el Zen en Movimiento es un llamado, una invitación a ver, oír, escuchar plena y claramente, íntimamente, el llamado de todas las especies, tanto las vivas como las que están en extinción, o de un simple pájaro nuestra ventana, una gota de lluvia en nuestro techo.
Y con total respeto, atención y apertura permitirles avanzar hacia lo más íntimo de uno mismo haciendo así actual y auténtica nuestra existencia mutua y cuerpo común.
A partir de esa vivencia, no puede haber acción que ponga en peligro nuestra vida común cuyo cuerpo es este momento presente y este planeta azul.
Se habla mucho de la crisis actual a la que se llama "económico-financiera", pero me parece que es más profunda, es una crisis de paradigma, de paradigma cultural y civilizatorio.
Es claramente una crisis producida por la llamada “civilización occidental”, que comienza su avance sobre el planeta, sus primeros intentos de mundializarse a partir del siglo XVI.
Es el proyecto de colonización material y cultural, de los llamados nuevos mundos.
Este movimiento se estructura y enmarca, como dice Leonardo Boff, en la "voluntad de poder-dominación del sujeto personal y colectivo sobre los otros, los pueblos y la naturaleza. Su arma mayor es una forma de racionalidad, la instrumental-analítica, que compartimenta a la realidad para conocerla mejor y así someterla más fácilmente. Después de 500 años de ejercicios de esta racionalidad, con los innegables beneficios que ha traído y que encontró en la economía política capitalista una cabal realización, estamos constatando el alto precio que nos ha hecho pagar: el calentamiento global, inducido en gran parte por el industrialismo sin límites, y la amenaza de una catástrofe previsible ecológica y humanitaria.". Y continúa este teólogo de una tradición diferente a la nuestra diciendo: "estimo que todos los esfuerzos que se hagan dentro de este paradigma para mejorar la situación serán insuficientes. Serán siempre más de lo mismo. Tenemos que cambiar para no perecer, es el momento de inspirarnos en otras civilizaciones que ensayaron un modo más benévolo de tratar al planeta. Lo que fue bueno en la antigüedad, puede valer también para ahora."
Hablando de antigüedad, hay una historia de Dogen en el Japón de hace 700 años que marca un camino útil en este momento: un río corría al lado de su monasterio, y donde iba allí a lavarse la cara todas las mañanas, nunca usaba más de un cucharon de agua, y de ese cucharon siempre ponía de vuelta medio cucharon en el río. Ante la pregunta del porqué de esa acción cotidiana, Dogen dijo: "este medio cucharon lleno de agua lo salvo para las generaciones futuras".
Y esto estaba ocurriendo en el 1300!
Esta es verdadera práctica del Camino del Zen, verdadera práctica de salud, sanidad y verdadera práctica revolucionaria, que concibe a la revolución no con mayúsculas, no en singular ni en un tiempo ideal-mítico, sino con minúsculas, en medio de los actos cotidianos de nuestra sociabilidad, y esencialmente en plural, como una inmensidad de chispas fértiles co-creando el mundo y el corazón nuevo que es tan necesario como el próximo latido, como nuestro próximo abrazo.
Uno mismo es ese cucharon lleno de agua que vuelve el río.
En nuestro camino del Zen, en el Camino del Zen en Movimiento, es de vital importancia el sentido de indagación.
"Preguntando caminamos" dicen nuestros hermanos y hermanas de Chiapas.
La pregunta es él caminar, la indagación es la vivencia fértil.
Preguntando caminemos, indagando caminemos, como podemos responder a este momento, ya que no hay vivencia Zen si no hay expresión: "madurez en el Zen es madurez en la expresión" nos dice él Canto de la Realización del Camino.
Un texto clásico nos dice: "habita en ningún lugar y haz surgir esa mente-corazón".
"Ningún lugar" es completa apertura, completa atención, es este mismo momento y lugar.
Que otro hay aparte de este?
marcho a pie, y con todo a grupas de un buey voy cabalgando;
cuando paso por sobre el puente,
el agua no fluye, pero el puente si"
Como caminantes del Zen, la espada está en nuestras manos, la espada que da vida, que ara campos de dignidad, de amor, libertad y creación.
Y esa es nuestra responsabilidad.
El buey antiguo nos acompaña y ayuda.
Puede parecer que el agua no fluye, que estamos estancados, que no hay tiempo posible o respuesta válida a esa ignorancia y codicia imperial y abusiva que está destruyendo la vida y el horizonte.
Puede parecer que el agua no fluye.
Pero el puente si.
Somos el puente, y el “nosotros” que camina este camino que nos camina.
Somos el puente, después de todo, el arco iris es un puente.
Y dice la leyenda que un tesoro se esconde en cada una de sus puntas.
Allí tenemos nuestros pies, el puente fluye,
y el buey antiguo nos acompaña y orienta el camino.
Salud!
Augusto Al Q’adi Alcalde